ALAN CARSON : DE HARVARD A QUÁNTICO
UN hombre, enfundado en una gabardina verdosa, con el cuello subido y el ala del sombrero echada sobre los ojos, penetró en el portal de una lujosa casa en la Calle Cuarenta y Tres. Había a mano derecha un pequeño mostrador de madera, tras el cual el conserje del edificio leía tranquilamente un periódico. El individuo que entrara, sin acercarse mucho ni levantar la cabeza, inquirió: —¿El departamento del señor McCrohom, por favor? —Séptimo piso, puerta cuatro. El conserje reanudó su lectura y el sujeto de la gabardina entró en el ascensor. Al llegar al séptimo piso llamó al timbre de la puerta cuatro. Ésta fue abierta y Gordon McCrohom, vestido con batín de seda, apareció en el umbral.
DE HARVARD A QUÁNTICO
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LA polvorienta bombilla que colgaba del techo de la habitación y el rostro de brutales facciones y expresión sádica de Rocky Scott, fue lo último que el inspector del F. B. I.
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