SARTO ROCCO : ADIÓS AL SERVICIO
La noche era limpia, como cuando ha pasado la tormenta y el cielo recupera una vieja salud amenazada por el humo de las ciudades. La carretera de la costa corría indecisa entre los médanos, aproximándose y alejándose de la espuma de las olas, flanqueando los cañaverales batidos por el viento y enfriando su rostro serpenteante tras una jornada de sol abrasador. El coche avanzaba a velocidad regular, reduciendo la marcha en las curvas y acelerando en las rectas. El conductor parecía conocer el camino y llevaba el volante con una sola mano. Por la ventanilla abierta la brisa lo golpeaba con su aroma de sal y yodo, y confirmaba su decisión de establecerse allí, en Florida, lejos de los cambios de estaciones, los hombres inescrupulosos y los sonidos urbanos. Sonrió y encendió un cigarrillo.
ADIÓS AL SERVICIO
La noche era limpia, como cuando ha pasado la tormenta y el cielo recupera una vieja salud amenazada por el humo de las ciudades. La carretera de la costa corría indecisa entre