Sabía que debía mantenerse alejado de ella... aunque tenía la sensación de que ella también sentía aquella pasión arrolladora. Maggie LaRue no recordaba quién era, sólo recordaba haberse desmayado entre los brazos de un hombre guapísimo. Cuando despertó, estaba en el hospital y, por lo visto, era muy afortunada de seguir con vida, pero no tenía la menor idea de qué hacía sola en ese almacén abandonado que se había prendido fuego. Pero había una cosa de la que estaba completamen­te segura: el irrefrenable deseo que sentía por Cale Perry. Con la intención de ayudar a Maggie, Cale le ofreció quedarse en su casa hasta que recupe­rase la memoria, pero mantener una relación platónica no era tan sencillo como él espera­ba… y desde luego no era eso lo que su cuer­po deseaba…