Como la mayoría de las personas de mi edad, comparto apartamento. Trabajo en el mundo editorial y también soy escritora, aunque esto último solo lo saben dos personas. Y, ahora, también tú. Siempre he huido de las cámaras como de la peste. Hasta que las cámaras empezaron a seguirme a mí. Podría decir que la culpa la tiene Henry Scott. Pero no, la culpa es mía. He trabajado duro para hacerme un hueco en la complicada y selectiva industria del cine. Los rodajes, las sesiones fotográficas, las entrevistas y los vuelos internacionales ocupan mis días. Desde hace unas semanas, le envío postales de idílicos parajes a una chica con el pelo de color rosa. Alicia Evans, de Nueva York. Una enamorada de la jungla de cemento, a la que quiero enseñarle otro tipo de paisajes en los que las avenidas llenas de taxis y los rascacielos brillan por su ausencia. Alicia no quiere estar expuesta a la prensa. Pero él le gusta. Henry tiene muchas obligaciones, pero ella es demasiado especial como para no intentarlo. Otra novela #jodidamentepreciosa