El brazo armado del Partido Demócrata Hay historias que comienzan como la Bella Durmiente y acaban como el monstruo de Frankenstein. Una de ellas es la que se desarrolló en los Estados Unidos entre 1864 y 1877, entre la aprobación de la 13ª Enmienda, que abolía la esclavitud en todo el territorio nacional, y la traición de un gobierno y un país que va a permitir la imposición de un nuevo sistema servil en los mismos estados en los que había sido abolido pocos años antes. En medio se alza una de las épocas más complicadas de la historia de los Estados Unidos. Y uno de sus mayores tabúes. Porque es la historia de cómo el Partido Demócrata, el histórico defensor de la esclavitud y de la supremacía blanca durante la primera mitad del siglo XIX, va a encabezar una sangrienta contrarrevolución para recuperar el poder perdido en una guerra civil que ellos mismos han provocado. Un statu quo amenazado por el ala radical del Partido Republicano que desde el Congreso federal está decidido a aprobar y hacer cumplir leyes que aseguren la igualdad ante la ley de blancos y negros liquidando desde la base el antiguo régimen sureño. Pero la mayor parte de los nativos blancos del Sur no desean compartir el poder con sus antiguos esclavos, a los que no reconocen ni derechos ni inteligencia, sólo saben que mientras los afroamericanos voten masivamente al Partido Republicano sus esperanzas de acabar con la revolución en marcha son escasas. La violencia será la respuesta. El Ku Klux Klan se convierte así en el más conocido brazo paramilitar del Partido Demócrata en los antiguos estados confederados.