ADRI G. M. : VEINTISIETE
Ella: Mi debilidad son los abandonados, siempre lo han sido, siempre lo serán. Culpo a mi mamá y a su constante hábito de adoptar a todo aquel que necesitara un hogar... Cuando eres pequeña, tus padres te advierten que no debes hablar con extraños, ni aceptar regalos de ellos. A los veinticinco años, creerías que habría aprendido la lección, que recordaría los consejos… Pero no. Y por ello, lo más extraño que me ha sucedido en la vida dio inicio esa noche. Él: ‘Protección y obediencia.’ Sí, conocía el protocolo. Esta mujer no sólo me quería como su esclavo, sino también como guardaespaldas; no era la primera vez que tenía que lidiar con esa combinación, aunque era muy inusual que se diera. Yo era muy bueno para ambas cosas, de cualquier forma; ella estaría satisfecha al final de su contrato, y así yo podría volver a mi jaula, a mi oscuridad, a mi paz.
VEINTISIETE
Ella: Mi debilidad son los abandonados, siempre lo han sido, siempre lo serán. Culpo a mi mamá y a su constante hábito de adoptar a todo aquel que necesitara un hogar... Cuando